Luis Barragán
Luis Barragán, 1902-1988, nació en Guadalajara, México. Su formación y educación fueron en ingeniería, pero se enseñó a sí mismo las habilidades arquitectónicas. En la década de 1920, viajó extensamente por Francia y España, y más tarde, en 1931, vivió en París durante un tiempo, asistiendo a las conferencias de Le Corbusier. Sus viajes desde entonces se extendieron a Marruecos en 1951. Su práctica arquitectónica estuvo en Guadalajara desde 1927 hasta 1936 cuando se trasladó a la Ciudad de México y permaneció hasta su muerte. Sus viajes despertaron el interés por la arquitectura nativa del norte de África y el Mediterráneo, que relacionó con la construcción en su propio país.
Su trabajo ha sido llamado minimalista, pero no obstante es suntuoso en color y textura. Planos puros, ya sean muros de estuco, adobe, madera o incluso agua, son sus elementos compositivos, todos interactuando con la Naturaleza.

Barragán se autodenominó arquitecto paisajista, escribiendo en Contemporary Architects, publicado por St. Martins Press, “Creo que los arquitectos deben diseñar jardines para ser utilizados, tanto como las casas que construyen, para desarrollar un sentido de la belleza y el gusto y la inclinación hacia las bellas artes y otros valores espirituales “. Y además, “Cualquier obra de arquitectura que no exprese serenidad es un error”.
Hombre religioso, Barragán y su obra han sido calificados de “místicos” a la par que serenos. Su capilla para las sacramentarias de las Capuchinas es testimonio de ambas cualidades. Debido a su interés por los caballos, diseñó muchos establos, fuentes y abrevaderos que manifiestan muchas de estas mismas cualidades.

Barragán ha tenido una profunda influencia no solo en tres generaciones de arquitectos mexicanos, sino en muchas más en todo el mundo.
En su aceptación del Premio Pritzker de Arquitectura, dijo: “Es imposible entender el Arte y la gloria de su historia sin reconocer la espiritualidad religiosa y las raíces míticas que nos llevan a la razón misma de ser del fenómeno artístico. o por el otro no habría pirámides de Egipto, ni las del México antiguo. ¿Habrían existido los templos griegos y las catedrales góticas?
Además, calificó de “alarmante” que las publicaciones dedicadas a la arquitectura parecieran haber desterrado las palabras “Belleza, Inspiración, Magia, Encantado, Encantamiento, así como los conceptos de Serenidad, Silencio, Intimidad y Asombro”. Se disculpó por no haber hecho tal vez justicia a estos conceptos, pero dijo que “nunca han dejado de ser mis guías”.
Al cerrar sus comentarios, habló de “El arte de ver. Es fundamental para un arquitecto saber ver: quiero decir, ver de tal manera que la visión no sea dominada por el análisis racional”.

Casa Barragán







Casa Gilardi










Casa Pedregal










Cuadra San Cristóbal, Los Clubes



Torres de Satélite




Capilla Capuchinas


