Lorenzo Castro
Arquitecto egresado en 1988 de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá, Colombia. Reúne una amplia experiencia en diseño urbano y arquitectónico. Su labor y sus proyectos han sido galardonados con numerosos premios a nivel nacional e internacional, mereciendo condecoraciones en escenarios como la XVII Bienal Panamericana y la XXII Bienal Colombiana de Arquitectura, entre otros. Se ha destacado también como diseñador gráfico, de mobiliario y como artista.
Como director del Taller Profesional del Espacio Público (1998-2001), acompañó al Alcalde de Bogotá, en la elaboración del proyecto urbano de una ciudad más equilibrada y equitativa para los bogotanos. Este proceso contempló la realización del Plan de Parques, el trazado de 120 km de la Red de Alamedas y 400 km de ciclo-rutas. Desde 1990 se desempeña como docente en diferentes universidades y actualmente es profesor de cátedra en la Universidad de los Andes. De igual manera ha sido conferencista invitado en varias universidades a nivel internacional.
Actualmente, y desde 2001, dirige su propio taller de Diseño, Arquitectura y Ciudad, CASTRO ARQUITECTOS.
Centro de recursos operativos del agua
La Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB) edifica el Centro de Recursos Operativos del Agua (CROA) como la primera pieza de una futura red de edificaciones que establece una imagen característica a nivel urbano y mejora la respuesta operativa de la empresa. El edificio del CROA construye una serie de singulares relaciones con su entorno para consolidar un nuevo paisaje urbano a partir de espacios públicos y privados de calidad.
Todo el conjunto está permeado por la luz natural, a partir de diversos mecanismos: luces cenitales que bañan los muros, cajas prefabricadas, que en algunos casos capturan la luz y en otros alojan vegetación, plegaduras en los muros que permiten llevar la luz a las profundidades de los sótanos, fachadas plegadas y tejidas de madera que tamizan la luz. El edificio se convierte en un espacio diverso a partir de escaleras que se enrollan y se despliegan para contribuir a construir su propio espacio.
El primer piso propicia la reactivación del espacio público, la generación de flujos peatonales y la participación de los transeúntes; para ello se separan de los paramentos los muros de la nave industrial a través del patio de maniobras, el cual a su vez se hunde respecto al nivel de la calle. Con ello se logra separar espacialmente e integrar visualmente lo público y lo privado. Esta adaptación de la edificación industrial busca la reactivación urbana del sector industrial de Bogotá al construir una relación amable con los ciudadanos.
Jardín Botánico de Medellín
Con una extensión de catorce hectáreas, el Jardín Botánico de Medellín se ha convertido en unos de los focos de atracción cultural más importantes de la ciudad. Situado sobre una antigua finca de recreo, el jardín cuenta hoy con una enorme riqueza ecológica formada por colecciones de flora autóctona con más de 1.000 especies diferentes, de las cuales, sin duda, las más relevantes son las orquídeas, la flores nacionales colombianas a las que se les ha dedicado uno de los edificios más conocidos hoy en Medellín: el Orquideorama, que se sitúa en el corazón del parque.
Por su situación, la pieza de acceso, conocida como el Café del Bosque, ofrece la primera imagen del jardín hacia la ciudad. Conformado por muros de planta elíptica cuya curvatura y solapes dialogan con la atmósfera producida por la lámina de agua contenida en un patio interior, el edificio presenta un acabado continuo de muros de hormigón, cuyo color y textura se hacen eco de la metáfora del paso del tiempo: una pátina con las marcas de líquenes y musgos convertirá al edificio en un vacío mineral progresivamente disuelto en el jardín.
Por su parte, la reordenación del borde urbano —que parte del edificio de acceso— ha consistido fundamentalmente en la eliminación de los antiguos cerramientos del espacio ajardinado, abriéndolo a la ciudad y convirtiendo su franja perimetral en una especie de pequeño parque lineal donde el peatón puede disfrutar de lo vegetal sin estar dentro del jardín, reafirmando de este modo la vocación de establecer un fuerte vínculo entre el parque y la ciudad, lo cerrado y lo abierto, la naturaleza y el artificio.
Parque contemplativo Piedecuesta
El parque se organiza en tres franjas, cada una de ellas con una atmósfera diferente que pretende responder a distintas dinámicas. En la parte superior, colindante a la plaza de ferias, se encuentra el talud en madera, el jardín y el espejo de agua. Este primer espacio y pretende crear una atmósfera de reflexión y observación, que rememora los jardines campesinos propios de los Andes colombianos.
Una banca corrida y un talud en madera hacen las veces de gradería con vista hacia el resto del parque y la montaña; son un mirador que marca la transición de esta instancia a la siguiente. La segunda franja consiste en un corredor urbano, una gran superficie bermellón que funciona como el articulador principal del parque y las estructuras urbanas de movilidad del pueblo. El corredor tiene una cancha múltiple que intensifica su actividad, pretende ser un espacio activo físicamente. Adicionalmente esta superficie se extiende por medio de una ciclo-ruta que circunda el parque.
Finalmente, descendiendo del corredor urbano, está la zona boscosa. Esta es un área más densa en cuanto a vegetación, con una atmósfera más sombría gracias a los caracolíes plantados, que invita a ser recorrida y apropiada. Además de las tres franjas, el parque es atravesado por una pasarela metálica que hace las veces de puente y mirador.
Centro Argos para la Innovación
Medellín. 2017
Inspirado en el concepto de ciencia a la vista, el arquitecto Lorenzo Castro diseñó esta obra en la que predomina el concreto, demostrando que es un material versátil, ideal para dar vida a diferentes formas, texturas y tonos. El 60% de los concretos aplicados, corresponden a concretos especiales y avanzados de Argos.
El arquitecto Lorenzo Castro, y su estudio de arquitectura, buscaron proyectar en la fachada el uso del edificio, por lo tanto, generaron en la misma una serie de elementos que evocan la “ciencia a la vista”. La fachada occidental cuenta con 343 elementos en forma de conos – inspirados en las geometrías de Alexander Calder – con orificios, en concreto reforzado con fibra de vidrio, los cuales representan “los visores de la ciencia y la investigación”; éstos generan una iluminación única que aumenta la calidad espacial del proyecto. La fachada oriental, esta compuesta por 1995 hojas de concreto en tonos rojos que simulan los libros, recurso indispensable para adquirir cultura y conocimiento. Los elementos previamente descritos y gran parte de la edificación fueron construidos en concretos especiales y avanzados, los cuales fueron diseñados para responder a los retos de las edificaciones contemporáneas.
Este espacio para la innovación ubicado en el campus de la Universidad Eafit, se edificó bajo parámetros de diseño y construcción sostenible, por lo que el Consejo de la Construcción Sostenible en Estados Unidos -USGBC-, le concedió la certificación LEED, categoría Oro.